Por fin estamos entre animales.
¿Sabes? Si alguna vez cenaras con mi familia, escucharías bastantes comentarios sobre lo mucho que siempre me gustaron los animales. Te contarían la historia de aquella vez que siendo pequeñísima me pusieron un lenguado entero en el plato y grité llorando: ¡papá, pero si está muerto! Tampoco podría faltar un repaso por el amplio anecdotario de Estrellita: los pollitos teñidos de colores que mi abuela nos compraba a mi prima y a mí en el mercadillo para que los criáramos durante el verano en el pueblo. Sí, todos se llamaban Estrellita y ninguno acabó bien. Pero eso lo supe más tarde y te lo contaré otro día.
Lo cierto es que como maestra de Educación Especial, psicopedagoga y ser humano, sé que estas anécdotas rebosantes de empatía infantil hacia los animales son muy habituales. Algo normal, natural y saludable que le pasa a la mayoría de niñas y niños. ¿Recuerdas alguna de las tuyas?
Verás, es que mañana es el Día del Animal de Laboratorio y eso me conecta con una de las más importantes para mí. Desde 1979, cada 24 de abril se conmemora esta fecha para reivindicar una ciencia sin crueldad. Y resulta que fue en una exposición a la que me llevó mi padre con 11 años, donde vi por primera vez imágenes del interior de un laboratorio. Espero que tú nunca hayas visto esa famosa fotografía de un gato con el cráneo abierto y el cerebro lleno de electrodos. Me horrorizó y me hizo irremediablemente animalista hasta la fecha.
Tampoco fui pionera ni en el horror ni en el animalismo, ya lo venían denunciando sufragistas como Frances Power Cobbe o Caroline E. White desde mediados del s. XIX. De hecho, las primeras organizaciones en defensa de los animales surgieron contra la experimentación animal y fueron lideradas por mujeres feministas, te dejo a mano el post que hice sobre ello por el 8M.
Si estás leyendo esto, igual también has heredado algo del sentido de la justicia de Frances, de Caroline y de todas las sufragistas valientes que se preocuparon por los animales. Y puede que te indigne saber que todavía provocamos un sufrimiento atroz a cerca de 200 millones de animales cada año en los laboratorios, aunque ya hemos comprobado que más del 90% de los medicamentos fracasan en los ensayos en humanos tras haber sido aprobados en animales. O que en España se ha destinado un total de cero euros al desarrollo de alternativas a la experimentación animal. CERO EUROS.
Hablamos de células madre, microchips, técnicas in-vitro, modelos tridimensionales, matemáticos o informáticos, tejidos humanos, simuladores computarizados y otras alternativas que requieren inversión para su desarrollo, impulso y consolidación.
Lo denunciaba el científico Guillermo Repetto, responsable del área de toxicología de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y presidente de la Red Española para el Desarrollo de Métodos Alternativos a la Experimentación Animal, a quien te recomiendo encarecidamente escuchar en este episodio de ´Derecho y animales´, el podcast de INTERcids.
El pasado mes de marzo se cumplieron 10 años desde la prohibición de la experimentación animal con fines cosméticos en Europa. Un importantísimo avance legislativo que se implementó regular y que podría verse ahora amenazado por nuevas leyes que obligarían a testar en animales algunos ingredientes químicos de uso cosmético. Por eso la iniciativa ciudadana ´Cruelty Free Europe´acaba de entregar 1.217.000 firmas en la Comisión Europea, para proteger y reforzar la prohibición de la experimentación animal tanto en productos finales como en ingredientes cosméticos en Europa.
Nuestras queridas sufragistas anti-vivisección no se podrían creer que aún hoy sigamos con esto.
La experimentación animal es un problema ético tan grave como incómodo de abordar, cuesta hablar de ello. Solo casos terribles como Vivotecnia y el empuje del activismo logran introducir la cuestión en la agenda política y social de vez en cuando. Aun así, parece haber un marco de consenso claro: casi todos estamos de acuerdo en que necesitamos consolidar las alternativas a la experimentación animal cuanto antes. Digo casi porque hay también inercias en los procedimientos (es más fácil mantener lo que siempre se ha hecho que cambiarlo) y resistencias económicas que cuesta vencer. También porque la urgencia no es igual para todo el mundo.
Así que por el Día del Animal de Laboratorio y en año electoral, dos palabras: exigencia política. Es tiempo de exigir a nuestros representantes y gobiernos que garanticen presupuestos dignos para el desarrollo de alternativas a la experimentación animal. Demostremos que nos importa.
Y una propuesta para ti y para mí: mantengamos a los animales de laboratorio en el centro del debate. Como se te ocurra: comparte esta carta, únete a una protesta u organización por el fin de la experimentación animal, difunde info en redes, saca el tema en conversaciones, escribe un mail a tus representantes políticos, sustituye tu cosmética por productos veganos y cruelty-free. ¿A qué te podrías comprometer?
Me despido recordando que ayer fue el Día de la Tierra y hoy es el Día del Libro, convendrás conmigo en que no puedo recomendarte un libro que no sea este: Filosofía ante la crisis ecológica, de Marta Tafalla.
Hasta el próximo domingo.
Con cariño y por los animales,
Amanda.
Jo! Que necesario es este espacio.
Yo recuerdo ir al pueblo de mi tía en Avila, y siempre les daba de comer a los perros que estaban por la calle.
No sabía que los bichos que tenía eran garrapatas, y yo intentaba quitarlas para dejarlos limpios.
Lloraba desconsolada cada vez que me iba a casa, pensando que quien iba a darles de comer mientras yo no estaba.
Que pena me da ahora al pensarlo. Ahí tenía 8/9 años.
También con 7 en Gandía acaricié un perro en el paseo y la señora me dijo, ¿lo quieres? Y mire a mi madre y le dije siiiii!!!
Mi madre hablo con ella, al parecer no podían cuidarlo bien por lo que nos lo tragamos a Madrid.
Timi se llamaba. Solíamos ir a Tres Cantos a un campo y jugando con el a tirar la pelota, desapareció. Vi como una pareja con un perro lo metía en su coche negro, no se si pensaron que estaba perdido o me lo “robaron” pero nuca volví a ver a mi timi, mi bretón precioso.
Tengo mil historias más, pero estas son de las que más me marcaron de pequeña.
Todavía no puedo entender cómo siguen los perros en vivotecnia y que no podamos hacer nada más. No sé si a parte de por supuesto no usar nada que experimente con animales( no es lo mismo vegano que no testado)que por supuesto lo hago, hace muchos años me hice donante del cuerpo a la ciencia y eso tiene que servir para algo, pero mucha gente no lo sabe. Amanda te sigo,te oigo y por supuesto te admiro ♥️ GRACIAS POR LA GRAN LUCHA EN LA QUE ESTAMOS♥️🐾