#10. El arte de desplegar
Un primer paso para salir del aturdimiento es decidir responder
La parálisis es generalizada y comprensible. No es accidental, sino fruto de una estrategia política bien planificada y efectiva: aturdirnos. Inducirnos un estado de confusión profunda que nos impida reaccionar. Saturarnos con noticias falsas tan disparatadas como las reales a toda velocidad. Hacernos mirar siempre la zona convexa del espejo para que nos veamos más pequeños de lo que somos en realidad.
Toda una invitación a replegarnos en nuestra insignificancia frente a la crisis democrática, climática, económica y social a la que parece conducirnos sin remedio la internacional de multimillonarios tecnofascistas que amenaza con arrasarlo todo, mientras apenas podemos más que mirar con estupefacción.
Naomi Klein explicó con claridad en qué consiste la doctrina del shock y lo eficaz que resulta inducir el miedo profundo en las sociedades. En esos momentos, cedemos derechos y libertades con facilidad a cambio de una sensación mayor de seguridad. Así es como terminamos votando a tiranos cuyas políticas harán nuestra vida más difícil y peor. No porque seamos completamente estúpidos (que a veces lo somos), sino porque somos seres aspiracionales y aterrorizados. Anhelamos vidas mejores desde un miedo paralizante, buscamos culpables en los sitios equivocados y entregamos nuestro poder a quienes más tienen, creyendo ingenuamente que sabrán administrarlo.
¿Quién no sentiría el deseo de replegarse ante una sucesión de crisis que parecen no tener fin? Es normal querer aferrarse a lo seguro, conservar lo que queda y resignarse a los tiempos del "sálvese quien pueda".
Algo así he vivido en los últimos meses. Un tirón hacia el repliegue. Un centrarme en mis cosas, hecho de ansiedad, desesperanza y desorientación. También de agotamiento. Tras más de 15 años de activismo en movimientos sociales, organizaciones e incluso en la primera línea política, me he sentido exhausta, vacía y minúscula. Aturdida de verdad y sin saber por dónde seguir ni qué pinto yo aquí.
La verdad es que sigo sin saberlo. Espero que no te hayas hecho ilusiones. Pero escuchar a personas más listas y experimentadas, hacer preguntas, dejar espacio al silencio y pasar un primer invierno en las montañas me ha servido para sacar en claro un par de cosas.
Lo primero es que esto ya lo hemos hecho antes. Sabemos qué hay que hacer y lo haremos. Porque el progreso no es lineal ni constante, como tampoco lo es nada en la naturaleza: es cíclico. Esto implica etapas de reacción y retroceso en las que parte de nuestro trabajo será sostener, minimizar daños y preservar lo máximo posible. Nadie pensaría que construir sociedades más libres, justas e igualitarias donde podamos tener vidas buenas iba a ser fácil. Mucho menos si pretendemos incluir en la ecuación al resto de los animales como sujetos. Pero nada merece más la pena ni tenemos nada más importante que hacer.
Lo segundo es que pasar del repliegue al despliegue se conjuga en plural. Desplegarse es un "nosotras". Siempre es colectivo: juntarse para mejorar el barrio, echarnos una mano en los días malos, apuntarse a la asociación de vecinos, acercarse a la protectora más cercana para dar un paseo con los animales que esperan un hogar. Usar la voz en las redes y en nuestros entornos. Hacer un pequeño donativo a las iniciativas que empujan en la buena dirección.
El primer paso para salir del aturdimiento es decidir responder. Sacarnos del pecho la voluntad de reaccionar y ser parte de la solución. Ponernos al servicio del bien común es la misión más crucial de nuestra época.
Más que una frase favorita, esta de Raymond Williams es para mí un auténtico salvavidas:
"To be truly radical is to make hope possible rather than despair convincing."
(Ser verdaderamente radical es hacer la esperanza posible, no la desesperación convincente).
3, 2, 1… ¡Despliegue! El momento de hacer la esperanza posible ha llegado. ¿Cuál será tu próximo movimiento?
Te mando un abrazo.
Por ti, por mí y por todos los animales,
Amanda.
Te entiendo, creo que he pasado una etapa de repliegue, no sé si aun estoy un poco ahí. Es cierto que salir desplegándose hacia los demás, los más indefensos, es muy enriquecedor, mi proceso ha sido ese y me sienta bien.
Bien escrito y descrito. Y estando de acuerdo, pienso que a veces los grandes tiranos nos desvían la atención de los que tenemos en círculos no tan lejanos. Lo bueno es que, afortunadamente aún, todo sigue dependiendo de nosotros.