Los gritos de dolor de una cría de camello en Lanzarote han estremecido las redes sociales. Obligada a soportar el peso de dos personas mientras recibe golpes, con un bozal y atada en el suelo junto a su madre sin escapatoria. Así adiestraban a una pequeña cría para realizar paseos turísticos en la empresa “Echadero los camellos”, dedicada a esta actividad en Timanfaya.
Es evidente que la cría no puede más, le duele, está angustiada, se están sobrepasando todos sus límites físicos y psicológicos. Pero lo ignoran y siguen golpeando, siguen insistiendo, siguen maltratando. “Fue horrible, no paraba de chillar” comentaba la activista @EleVeganCoach, quien obtuvo las imágenes, sobre lo sucedido.
El responsable ha sido denunciado y tras el revuelo provocado, ha dicho públicamente que se le fue de las manos y que se trató de un error. Un error que, a juzgar por la naturalidad con la que otra persona advierte que le están grabando y que mejor no haga eso delante de todo el mundo, parece habitual. En realidad, pensar que se trata de un caso aislado y que en un negocio como el de los paseos a camello se educa a los animales con respeto, se cubren sus necesidades y se garantiza su bienestar es una ficción. Insisto: una ficción. Hacerlos trabajar jornadas interminables, soportando cargas elevadísimas y en terrenos compactos que dañan sus patas hace que sea intragable cualquier justificación para mantener esta actividad.
A veces, es ya pasada la experiencia cuando surge una tibia duda sobre si esos animales estarían bien. Lo he escuchado a posteriori, al regreso de muchos viajes de amistades y allegados mientras cuentan alguna anécdota relacionada con los animales: “no sé si estarían bien, yo creo que sí, no se les veía mal”. La respuesta aquí es siempre un no. No, aunque no los vieras mal, esos animales explotados en X actividad turística no estaban bien, nunca lo están, simplemente es antinatural y son animales cautivos.
Los camellos son animales fuertes y resistentes, pero no son un medio de transporte ni una atracción turística, no están para eso y no es divertido ni inocuo para ellos. Impresiona saber que prácticamente hemos extinguido esta especie en estado salvaje, los arrancamos de la naturaleza para ponerlos a nuestro servicio y tener una foto exótica de las vacaciones. Me niego a creer que no podamos hacerlo mejor.
Este escándalo podría ser el punto de inflexión que inicie una reacción masiva y en cadena por todo el mundo: que nadie más se suba a un camello en sus viajes, que nadie más se haga una foto con un camello para Instagram, que nadie más acepte la excursión si usan camellos. Dejemos de mirar hacia otro lado como turistas, porque después de cargar personas hasta la extenuación o de cualquier otra actividad para entretenimiento humano, ellos no vuelven a casa.
Se acerca el verano y las vacaciones, así que no puedo hacer otra cosa que recomendarte esta web: Turismo-Responsable.com
Tenla a mano para ti o para quien la necesite para asesorarse en su próximo viaje.
Porque ya está bien.
Ni cultura, ni tradición, ni turismo, ni ocio, ni leches: dejad a los camellos en paz.
Cómo dijo Martin Luther King “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”. Y desgraciadamente hay mucha indiferencia
Odio que utilicen lo camellos en las islas, como tampoco me gusta los burros-taxi de Mijas que dejen a esos animales de una puta vez vivir en paz y que no sean utilizados para el turismo.