Aullándole a la luna
Ni apatía, ni indiferencia, ni distracciones: vamos a defender a los animales en medio de la oscuridad
El miércoles por la noche me metí en la cama bastante preocupada por lo de Greenpeace. Un tribunal de Dakota del Norte les ha condenado a pagar más de 660 millones de dólares a Energy Transfer, una mega petrolera que financia a Trump. Se acusa a la organización de difamación debido a las protestas que impulsaron contra la construcción de un oleoducto en la zona hace más de 10 años.
Este caso debería alarmarnos a todos, porque es otro ejemplo evidente de cómo las grandes empresas utilizan los tribunales como arma para silenciar la protesta social. Y de cómo los gobiernos de todo el mundo obedecen sus órdenes, creando leyes o modificando las existentes para incluir nuevos delitos que faciliten esta persecución. Un ejemplo de ello son las leyes Ag-Gag (por sus siglas en inglés, "Agricultural Gag Laws"), creadas específicamente para proteger a la industria ganadera de las investigaciones. Buscan limitar la capacidad de periodistas, activistas, sindicatos y ciudadanos en general para documentar, grabar o informar sobre lo que ocurre en el interior de las instalaciones agrícolas, como granjas industriales, mataderos y otros establecimientos relacionados con la industria alimentaria.
Estas leyes han sido tremendamente cuestionadas por vulnerar derechos democráticos fundamentales. Pero a día de hoy, aún podemos encontrar distintas expresiones de leyes Ag-Gag vigentes en 13 estados de los Estados Unidos, con algunas de ellas al borde de la derogación por inconstitucionalidad.
Así que el jueves me levanté pensando en escribir este boletín sobre el tema, pero a media mañana ya se había consumado uno de los mayores retrocesos para los animales en el estado español: la vuelta de la caza del lobo. Las derechas españolas y nacionalistas (PP, VOX, PNV y Junts) se unieron para colar una enmienda en una ley que no tiene nada que ver. Y uniendo sus votos consiguieron sacar adelante la desprotección del lobo, para regocijo de los cazadores y de los ganaderos más reaccionarios. Apenas tres años ha durado su inclusión en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE), tras décadas de lucha y negociaciones.
Mientras escuchaba con lágrimas en los ojos el audio de una amiga activista sobre el tema, llegó la última noticia del día: el Parlamento Vasco también había aprobado que los niños, niñas y adolescentes puedan ser acompañantes de caza. Lo que te contaba hace dos boletines, finalmente lo han llevado a cabo, y ahora tienen vía libre para su relevo generacional.
Fue, sin duda, un auténtico día de mierda para los animales.
Al final no escribí nada porque el mundo se me amontonó. La tarde fue una sucesión de audios, notificaciones, revisión de textos aprobados, votos a favor, en contra y abstenciones, rabia, cómo es posible, angustia, ganas de dar a la humanidad por perdida y presión en el pecho. Otra querida compañera y amiga se preguntaba si, dentro de poco, miraríamos este día con nostalgia desde un futuro aún peor. No pude negarle la posibilidad.
Pero vi en la estantería un libro que tenía olvidado y que está en mi top 10 de mascarillas de oxígeno para el pánico existencial: Esperanza sin optimismo, de Terry Eagleton. Me alivia su crítica sobre lo absurdo que puede ser el optimismo, al hacernos pensar que todo irá mejor porque sí, como una especie de pensamiento mágico alejado de la realidad más evidente: que el progreso no es lineal. Lo cierto es que está hecho de avances y retrocesos, de pasos adelante, resistencias, y pasos atrás; porque el progreso en la historia no es una línea ascendente, sino muchos ciclos de luces y sombras en sucesión.
También explica Eagleton cómo, al otro lado de la banalidad del optimismo, tenemos la esperanza. Que busca lo posible desde la voluntad y el compromiso de acción. Sin asumir que saldrá necesariamente bien, pero proponiendo luchar incluso contra lo inevitable. Porque solo luchando hasta el final se puede comprobar si algo era, o no, realmente inevitable.
En estos tiempos más que nunca no podemos dejar solos a los animales. Es ahora cuando nos necesitan con toda nuestra lucidez, toda nuestra capacidad de respuesta organizativa y toda nuestra determinación. Si ya formas parte de alguna asociación, colectivo, organización o proyecto que ayude a los animales: gracias y adelante. Y si alguna vez has pensado hacerlo pero aún no te has animado a unir tu voz: es el momento de pasar a la acción.
Necesitamos construir un frente social que responda ante los intentos de retroceso en las conquistas de las últimas décadas. Los sectores más reaccionarios lo tienen claro y van a por ellos: más tauromaquia, más caza, más consumo de carne, más macrogranjas, más levantar cualquier prohibición que complique la vida a quienes usan y abusan de los animales. Sujetar las compuertas para evitar que terminen de arrasar con todo no es un trabajo hermoso. Hermoso es avanzar, y si echamos la vista atrás, es innegable que lo hemos hecho en asuntos de enorme relevancia. Ahora enfrentamos un cambio de ciclo, las tareas son otras pero igualmente fundamentales, y esto es un llamamiento a alejarnos de cualquier apatía, indiferencia o distracción. Por favor: usa tu voz para defender a los animales. Cuando más difícil parezca, será cuando más nos necesiten.
¿Has oído alguna vez que los lobos aúllan a la luna? Pues solo es una creencia popular sin fundamento científico. Los lobos elevan el hocico hacia el cielo para facilitar la propagación de su aullido a largas distancias y lo utilizan, entre otras cosas, para mantener el contacto entre los miembros de la manada, especialmente cuando están dispersos. Esto refuerza los lazos sociales y coordina actividades grupales. También aúllan para expresar estados emocionales, para informar de su presencia y definir su territorio y, en definitiva, como una herramienta de organización social.
Tal vez, lo mejor que podemos hacer ahora por los lobos es aprender de ellos. Levantar la cabeza y la voz. Reunir a nuestra manada dispersa, establecer lazos, definir territorio y coordinar actividades grupales tan cruciales para la supervivencia como el contraataque.
Tal vez, lo mejor que podemos hacer ahora por los animales sea ponernos en movimiento y organizarnos en medio de la oscuridad, como si solo estuviéramos aullándole a la luna.
Un abrazo,
Amanda.
PD: Ya hay protestas convocadas en distintas ciudades por el lobo, ¡únete a la más cercana!
📆 Sábado 5 de abril a las 17h en Madrid (sitio pendiente de confirmar)
📆 Domingo 6 de abril a las 12h en Barcelona, Valladolid, Bilbao y Sevilla (sitios pendientes de confirmar)
*Se irá completando la lista y añadiendo más detalles, puedes informarte en el perfil de PACMA
Pobres , ellos se merecen tener voz y solo nosotros podemos hacer algo por ellos 🥰
Gracias Ananda, siempre tan esclarecedor tu pensamiento!!!!