Estamos a punto de generar un problema nuevo del que arrepentirnos. Y es que Nueva Pescanova pretende abrir la primera granja de pulpos del mundo, lo que supondría un desastre ético y ecológico de dimensiones aún incalculables.
Han elegido Las Palmas de Gran Canaria para ubicar la nueva macrogranja que planean poner en funcionamiento este año 2023. Grupos de activistas, científicos y organizaciones de todo el mundo llevan varios años denunciando las intenciones del grupo empresarial cuya ocurrencia ha desatado una preocupación generalizada, dando lugar a la iniciativa internacional #BanOctupusFarming.
La creciente demanda de pulpo ha devastado las poblaciones silvestres y ha desatado el interés de la industria por criar estos animales de forma masiva en cautividad. Los planes concretos que se conocen sobre esta primera factoría implicarían criar y matar más de 300.000 animales cada año. Todo parece indicar que manteniéndolos en tanques en tierra, lo que unido a los residuos que generaría y a la propia alimentación carnívora de los pulpos y la necesidad, por tanto, de fabricar piensos específicos (basados en harinas y aceites de pescado), supondría un importante impacto medioambiental.
Los pulpos son animales tremendamente sensibles e inteligentes. Su piel es muy frágil y se daña fácilmente, por lo que el riesgo de lesiones dolorosas debidas al entorno antinatural de una granja, por la manipulación o por interacciones agresivas con otros pulpos es muy alto. Por su tendencia a explorar, manipular y controlar el mundo que les rodea, el sufrimiento psicológico de estos animales en un entorno estéril y sin estímulos es desconocido e inimaginable para nosotros. Por no hablar de lo extremadamente cruel que resulta el modelo de hacinamiento de las granjas industriales en especies naturalmente solitarias y que jamás mantendrían contacto en libertad como es el caso de los pulpos.
Hace unos días subí un vídeo sobre este tema a Instagram y el debate que se generó no tiene desperdicio. Pero me llamó especialmente la atención leer varios comentarios destacando como positivo que “así no se tendrán que capturar y habrá menos impacto en la vida marina”. ¿Pero cómo podemos ser tan egoístas? Desde luego que para proteger los ecosistemas marinos la solución no son más macrogranjas, cuyo impacto ya conocemos sobradamente. Lo mejor para salvar a los peces y en este caso, también a los pulpos, es dejar de comer peces y pulpos. Y como mínimo reducir drásticamente su consumo. ¿Cómo va a ser una solución disminuir las poblaciones de animales silvestres a base de capturas intensivas hasta ponerlos en peligro y después criarlos de manera industrial en condiciones de maltrato solo para seguir comiéndolos?
Sinceramente creo que no saldremos de esta crisis ecológica sin incluir a los animales. La mentalidad que nos hace creernos tan diferentes, tan superiores y tan dueños de todo es precisamente la que nos ha traído hasta aquí: al borde del colapso. La transición eco-social que viene tendrá que incluir a los animales, desde nuestro sistema alimentario, nuestra vestimenta y hasta nuestras formas de ocio, porque sin transformar nuestra relación de dominio, abuso y explotación con el resto de los animales no vamos a salir de esta.
Por favor, frenemos a tiempo esta ocurrencia cruel e innecesaria. Únete a la campaña firmando en: BanOctopusFarming.org
Lo próximo es liberar a los animales de la angustia, el sufrimiento y el dolor de las granjas industriales, no meter más animales en ellas.
Por eso no aceptamos pulpo como animal de factoría.
Las macrogranjas no tienen ética ni se le espera. Tienen un único fin: ganar dinero.
Con estas premisas, nada puede salir bien, salvo en lo que respecta al bolsillo de las personas dueñas de estas aberraciones.
Cualquier actuación que no contemple el beneficio a la naturaleza en su conjunto: aire, agua, plantas, animales y ser humano, nos irá llevando a la irremediable desaparición y aniquilación de la vida tal y como la conocemos.
otra barbaridad más, y suma y sigue. Firmado, por supuesto, hace tiempo y compartido.